Llevo ya seis meses con la oficina en casa, desde que terminó «la primera ola» doy paseos por callejuelas de Tokio para estirar las piernas y refrescar la mente. Cada día juego a cruzar más barrios y llegar un poco más lejos o a descubrir algún lugar especial que no conocía.
He ido encontrándome templos budistas y santuarios sintoístas, que si bien no salen en las guías de viajes, para mí cada uno de ellos tiene cierto encanto único.
Esta primera foto, no es de un santuario desconocido. Es el temizuya 手水舎 (Lugar para purificar-lavarse las manos) que está parado como medida para prevenir la propagación del covid-19. Normalmente hay cazos para llenar del agua que surge de la caña de bambú. Ahora la fuente está parada y han puesto un cartel informativo.
Lo que me pareció curioso es que han creado un temizuya alternativo en el que se evita el tener que estar todos en la misma boca de una fuente y han eliminado los cazos. Este es un vídeo del nuevo temizuya para tiempos de covid-19:
En este otro santuario han puesto un cartel en la entrada avisando de que hay un cuervo con mala leche que ataca. ¡Cuidado con el cuervo!
Este es un santuario diminuto en Aoyama, tan escondido entre varias casas que aunque había pasado muchas veces por delante de él nunca me había percatado de su presencia.
Este es el temizuya del santuario de Aoyama, en este no han eliminado los cazos.
Curioso encontrarse con una cuerda shimenawa de las que se usan para pasar caminando por dentro de ella en la ceremonia de hatsumode tirada en la salida de un santuario, está desgastada y seguramente la van a retirar.
Un koma-inu (estatua de perro koma) con más detalles de lo normal vigila la entrada de este otro santuario en algún lugar de Minatu-ku
Un templo budista al atardecer
Esto me recuerda a un curso de verano en el que estuve hace muchos años, el título era «El viaje más cercano a la periferia más lejana». El ponente presentó una serie de imágenes tomadas en la periferia de ciudades españolas, excepto Madrid las demás no eran muy grandes, que eran imposibles de identificar. No se podía reconocer nada, algún letrero en español para saber que estabas en España y poco más. Luego las localizaba en un mapa y normalmente estaban a menos de 3 km del punto más reconocible de la ciudad. En aquel caso casi todos los ejemplos, o al menos el recuerdo que yo tengo, eran de zonas pobres o poco recomendables. En tu caso son sitios que merecen la pena.
Muchas veces tenemos al lado lugares interesantes en los que no reparamos.
Cuídate.