De vuelta hacia Tokyo, Aitor y Kike se quedaron en casa de Take en la zona de Shizuoka (Al sur-oeste de Tokyo). A continuación un extracto del diario de viaje de Kike.
Nos levantamos a media mañana, las 12h más o menos, para ir a una competición de Kendo, pero antes fuimos a almorzar a un restaurante donde comimos Unagi, Tempura y Sashimi con Take, su hermano y su madre que es muy simpática. Unagi es anguila hecha a la plancha y servida sobre un bol de arroz, creo que con especias. No lo olvidaré en la vida porque es lo mejor que he comido en Japón.
Al terminar pasamos por la competición de Kendo donde estaba el padre de Take, él lleva muchos años compitiendo y de joven fue 5 veces seguidas campeón de la provincia de Shizuoka, aunque con 59 años esta vez solo participaba de árbitro. Nos comentó que ahora competía con personas de un rango de edad de 59 a 65 años. En los combates de Kendo hay dos adversarios, armados con espadas de bambú que hacen bastante ruido y daño al golpear, y protecciones en el abdomen y en la cabeza, y vestidos con el traje ancho típico de los samuráis, supongo.
Como en muchas artes marciales orientales el combate comienza con el saludo entre los contendientes. Para marcar punto se debe golpear en el abdomen, en los brazos, que no están protegidos y debe doler lo suyo, o en la cabeza del adversario, pero además al tiempo que se golpea se ha de decir el nombre del lugar golpeado o del movimiento realizado, no estoy muy seguro. Cuando has coordinado todo esto correctamente los árbitros levantan el banderín de tu color para darte un punto, y con dos puntos (de los 3 arbitros que hay) a tu favor ganas. Ni que decir tiene que si te sales de la zona delimitada de combate es medio punto para tu adversario. Además de todo esto en las competiciones se enfrentan también entre gimnasios, es decir, por equipos, aunque no entendí muy bien la dinámica. Estuvimos viendo desde los más jovencitos a los mayores, también hay equipos de chicas. Tal y como iban peleando cada vez más mayores apreciabas que se toman el combate con más calma, esperando el fallo del adversario, esperando a que descubra las zonas de puntos. Los mayores se miraban a los ojos y esperaban movimiento del contrincante, yo solo vi uno que liquidó el combate en tres segundos haciendo punto con unos movimientos muy rápidos, seguro que al final ganó, aunque no nos quedamos a verlo.
Después de la competición de Kendo estuvimos en varias tiendas de la zona, dos de «todo a 105 yenes» y un 2ª mano donde había desde ropa y comics manga hasta videoconsolas nuevas y viejas, como game boy o game gear, super nintendo con un puñado de juegos por unos 20euros, playstation uno y dos, etc., vi unos Zippos con nombres y fechas grabados que daban a entender que eran de los soldados vietnamitas que lucharon contra los yankis, no se si serian originales pero caros eran un rato. También visitamos otra tienda de manga donde se comercializan los comics de Akira Toriyama, conocidísimo por Dragon Ball, donde Aitor consiguió el último comic suyo, no de Dragon Ball si no de la última serie que esta dibujando. Al caer la tarde dimos un paseo los tres por Numazu, un sitio muy tranquilo para sus 200.000 habitantes, pasamos por el río y vimos que había banderas a los lados, Take comentó que son para celebrar el día del niño en Japón. Hacia las 20h cenamos en otro restaurante de la zona, esta vez con toda la familia de Take, su hermano, su madre y su padre. Probamos el sushi, sashimi y sopa de cangrejo que estaba muy buena, bebimos un poco de sake, bastante más fuerte que el que habíamos tomado en Tokyo, también comimos más cosas que no recuerdo como se llaman. Al terminar volvimos a casa, donde esperamos a que fuera hora de salir de marcha, unos durmiendo, otros escribiendo a mano el diario de viaje, o en el PC contestando correos. Pasadas unas dos horas, a eso de las 23h, salimos a dar una vuelta por Numazu. No vimos muchas tabernas abiertas, así que acabamos en una que conocía Take, tomando unas cervezas y una tapa de albóndigas y bambú. Comprendimos la obsesión de los viejos por hacer fotos al bambú brotando del suelo en el parque imperial, y es que nos explicó Take que para que esté sabroso hay que recogerlo cuando comienza a brotar del suelo y hervirlo durante horas, con especias imagino. El tabernero nos explicó que había estado toda la mañana por el campo para recoger el bambú y cocinarlo, sea como sea estaba muy bueno el bambú que había preparado el hombre y creo que pocas veces probaremos algo así. Después de estar dos horas hablando y conociendo al tabernero y las dos únicas clientas de unos 36 años, nos hemos acercado a la que parecía la única disco abierta pero además de ser muy cara parecía de ambiente gay, muy rara. Ni entramos, lo mejor era volver a casa y coger fuerzas para el dia siguiente.