El sábado nos juntamos un grupo de «aventureros» para ir a ver la estatua de Buda más grande de Japón. Partimos en tren a las siete de la mañana desde la estación de Shinagawa de camino a Kurihama.
En el tren de camino a Kurihama.
Desde la estación de Kurihama caminamos hasta el el puerto y sobre las 9 y media de la mañana subimos a bordo del barco «Kanaya Maru» que nos llevó al otro lado de la bahía en media hora.
Alejándonos de la costa de Yokohama de camino a la costa de Chiba.
Uno de los mástiles del Kanaya Maru.
A esas horas de la mañana la bahía estaba llena de barcos.
Foto de grupo en una de las salas cubiertas del Kanaya Maru.
Cerca de las 10 de la mañana llegamos al puerto de una aldea llamada Kanaya (金谷: El valle del dinero). El instinto nos llevó a un restaurante chino situado a dos minutos del puerto donde recargamos energías. Con la barriga llena emprendimos rumbo hacía la montaña Nokogiriyama. Caminamos por el arcén de una carretera al borde del mar. Las casas de Kanaya se acumulan en el poco espacio que queda entre el mar y los bosques de Nokogiriyama.
Es una zona poco turística y mal señalizada. Pasamos un buen rato paseando intentando encontrar el comienzo del sendero que nos llevaría a la cima.
La subida fue bastante fácil, con los senderos muy bien marcados e incluso escaleras en algunas zonas.
Atravesamos bosques hasta que nos encontramos frente con unas misteriosas paredes piedra.
Fotaco que nos hizo Ikusuki desde un acantilado. Esos píxeles de abajo, de colores que no hacen conjunto con el paisaje, somos nosotros.
Las paredes medio artificiales y a la vez medio naturales, el bosque de árboles enormes, la lluvia ligera que caía y algunas pruebas de actividad humana nos hicieron recordar la serie LOST.
Resulta que fue una cantera durante la era Edo (Hasta hace unos 150 años), de ahí la forma misteriosa de los acantilados. Intentamos avanzar un poco más pero llegamos a una zona sin salida, estábamos rodeados de paredes de piedra y bosque. Ni siquiera recurriendo a las lianas podíamos avanzar hacia la cima de Nokogoriyama.
Volvimos por el mismo camino hasta la última bifurcación por la que habíamos pasado. Nos adentramos por otro sendero que nos permitió cruzar por una grieta angosta al otro lado de las paredes. Cruzando esa grieta nos encontramos con una imagen de Buda grabada en una de las paredes.
Después de reposar unos minutos delante del Buda seguimos hasta la cima, que estaba a tan solo cinco minutos.
Este acantilado se llama Jigoku-nozoki (Mirada al infierno) y está a 380 metros sobre el nivel del mar.
Si hace buen día se puede ver el Monte Fuji al horizonte, en nuestro caso estaba nublado. Aun así, nos entretuvimos con las vistas preciosas a la bahía de Tokio y a los bosques que acabábamos de cruzar.
Solo nos faltaba adentrarnos en el templo Nihonji, que está al otro lado de la montaña, donde se encuentra el Buda más grande de Japón. ¡No!, el más grande no es el de Todai-ji, ni el de Kamakura, es este del templo Nihonji dentro de la montaña Nokogiri-yama. Es una representación de Yakushi Nyorai y mide 31 metros de altura, más del doble que el de Todai-ji en Nara.
Pudimos disfrutar de la visita sin apenas turistas.
Según el panfleto que nos dieron, fue construida en 1783, después de tres años de trabajo de 28 monjes budistas. La estatua del Buda representa «El universo encerrado dentro de un mundo de la flor de loto» y fue construida como un símbolo de paz y tranquilidad mundial. No se si fue el cansancio o la paz y tranquilidad que nos transmitió el Buda, el caso es que la mayoría del grupo nos echamos una pequeña siesta frente a su mirada.
Recuperamos fuerzas y de vuelta a casa. Volvimos por otra ruta que nos permitió ver algunas de las 1500 estatuas «Tokai Arhats» (Discípulos de Buda) que hay en recovecos de los acantilados, cada una de las 1500 estatuas tiene una cara única y aunque dan un poco de miedo se supone que representan «el espíritu de la eterna benevolencia». Fueron esculpidas por los mismos 28 monjes que se encargaron de crear la gran estatua del Buda.
Un lugar precioso, un día inolvidable. ¡No se como no supimos de este lugar antes estando tan cerca de Tokio! Fue CaDs el que sugirió la visita, se enteró de su existencia a través del uso de la librería parser Nokogiri para Ruby. Tengo la sensación de que no será la última vez que suba a Nokogiriyama.