Seguimos con los artículos de la Robocup 2005 que se está celebrando en Osaka:
Veamos que nos cuenta Miguel:
Nuestro primer partido oficial. Jugábamos contra unos alemanes (no el German Team, sino otro: DogBot de Hamburgo). En la primera parte perdíamos 1-0. En el descanso nos indicaron que teníamos una luz naranja en el lomo (necesaria para los penaltis, pero no permitida en los partidos). Les dijimos que necesitábamos cinco minutos para solucionarlo y nos dijeron que no importaba, que no les afectaba, que sólo era para informarnos. Empezamos a jugar y marcamos: 1-1. No nos lo creíamos, teníamos posibilidades!. Cuando faltaban 3 minutos nos marcamos en propia portería y el líder del equipo alemán espeta que les molesta nuestra luz naranja. Hay una norma que no permite parar el tiempo (como en el fútbol), por lo que mientras discuten (bueno, se han tirado un minuto mirándose las caras y hablando en alemán, pues el árbitro era alemán) pasan dos minutos.
Paran el cronómetro a falta de 1 minuto y nos hacen poner unos adhesivos en las luces. Jugamos y perdemos. Vaya tela!!!! Para que os hagáis una idea, esa luz naranja es muy similar (similar, no idéntica) a la pelota, pero muy tenue y encima del perro. No hay ninguna posibilidad de que les moleste. Y lo saben.
No quiero parecer una víctima. Tendríamos que jugar mejor, pero esas cosas son muy desagradables. El árbitro no ha ayudado mucho porque no conocía bien las normas y colocaba la pelota muchas veces mal. Pero bueno, queda el partido contra los chinos. Mañana por la mañana.
Antes de irnos a dormir hemos jugado un amistoso contra el equipo chileno. Ayer también jugamos y les ganamos 3-2. Hoy nos han ganado 2-0. Hemos jugado fatal y estamos un poco frustrados y enfadados con nosotros mismos. En fin, mañana es el día.
Cada día me sorprendo más de los japoneses, de su cultura y su forma de ser. Hoy es el primer día de acceso para el público. Había unos cuantos (he contado 10 en mi camino) miembros de la organización con altavoces indicando cosas (en japonés, claro). Luego está todo muy bien (extremadamente bien) organizado, quizá demasiado para mi forma de pensar. Es increíble. Y el dinero que se tienen que haber gastado en esto tiene que haber sido enorme. Lo hacen muy bien todo. De verdad.
Otra cosa curiosa es que no ves a gente ociosa. Tanto en el hotel como en el stand de inscripción, cuando no atienden a gente están recontando facturas o volviendo a repasar listados.