En la sociedad actual, cada vez más globalizada, a veces nos olvidamos de lo importante que somos cada uno como individuo para que la armonía a nuestro alrededor se mantenga estable. Pensamos que somos una pequeña hormiga moviéndose en un sistema dinámico, en parte así es. Cada hormiga, cada uno de nosotros, lleva una vida; unos trabajan, otros no, unos viajan, otros no, unos crean una familia, otros no, unos emigran, otros no. El día a día de cada uno de los habitantes de este planeta es diverso, esa diversidad hace que poco a poco todo el sistema se vaya adaptando a los cambios tecnológicos de cada generación.
Somos la especie más adaptable en este planeta y aun así a veces nos cuesta habituarnos al cambio. Internet está «destruyendo» empresas que dominaron el mundo el siglo pasado, por mucho que intenten oponerse al cambio, no pueden hacer nada. Al mismo tiempo, casi sin percatarnos, la red está creando nuevos ecosistemas que crean incluso más riqueza.
Cada vez nos adaptamos con más rapidez al cambio gracias a la diversidad de hormigas que habitamos en el sistema. Cuanta más diversidad más posibilidades. Los problemas vienen cuando una crisis afecta a la forma de actuar de una gran cantidad de hormigas, todas ellas se ponen a pensar en lo mismo y a actuar de la misma forma, la diversidad se pierde, el sistema se desequilibra, cuando esto ocurre las consecuencias son difíciles de predecir.
Desde el terremoto del día 11, la mentalidad de todos los que estamos en Japón ha cambiado de forma abrupta. Muchas decenas de millones en la zona de Tokio temimos lo peor, centenares de miles en la zona de Tohoku SUFRIERON lo peor, los que siguen con vida siguen sufriendo. El estilo de vida de todos nosotros durante estas dos últimas semanas ha cambiado, no podemos de dejar de pensar en lo ocurrido. En vez de salir a cenar con los amigos, nos quedamos en casa atentos a las últimas noticias sobre la central nuclear, en vez de salir a comprar un libro nos quedamos atontados leyendo nuestro timeline en twitter, en vez de ir a nuestra oficina a reunirnos con clientes nos quedamos en casa trabajando remotamente, en vez de comprar verdura compramos agua embotellada (El agua del grifo en Tokio es potable, pero se teme a la radioactividad), en vez de comprar ropa compramos papel higiénico (Por alguna razón extraña el papel higiénico se agotó en Tokio y alrededores), en vez de comprar chocolatinas compramos linternas, pilas y cascos, en vez de salir a bailar trabajamos horas extra, en vez de salir a pasear por los parques nos quedamos en casa atontados escuchando a Edano (El secretario de estado de Japón) en la NHK. Todos estamos haciendo LO MISMO.
De repente, la diversidad del ecosistema japonés se ha perdido, decenas de millones de personas estamos con la mente en una sola cosa, afectando a TODO de forma directa e indirecta y con consecuencias que todavía no conocemos. Por ejemplo, muchos restaurantes están cerrando de forma temporal, dejando a gente con contratos temporales sin trabajo. Muchos trabajadores de la industria del entretenimiento y restauración se está quejando públicamente de que sin dinero no pueden ayudar a sus familias que se han quedado sin casa y siguen viviendo en refugios en Tohoku. Debemos ayudar de forma activa a través de donaciones y otros medios, pero es igual, o casi tan importante volver a nuestras rutinas habituales. Es importante para todos, ir al gimnasio, ir a tomarse unas copas, ir comprarse unos libros. Desde lejos, quizás os parezca una chorrada, pero es la realidad de Tokio, e incluso en todo Japón ahora mismo. Debemos de quitarnos el miedo, dejar de mirar las noticias cada minuto y salir a disfrutar de la diversidad de la vida, de esta forma ayudaremos a las víctimas y a Japón a recuperarse ante lo ocurrido. La salud física de decenas de miles en el área de Tohoku está en peligro, la salud mental de millones de personas y la salud de la economía japonesa también.
La sociedad japonesa es colectivista, se mueven en conjunto, muchas veces olvidando sus propios intereses como individuos actuando de forma directa para ayudar a los intereses de los demás, para ayudar a la armonía del grupo:
Segun la metafora clásica de Adam Smith si los individuos persiguen su propio interés, una mano invisible ayudará automaticamente a los intereses de toda la sociedad.
Esta metáfora se sigue a rajatabla en las sociedades individualistas como los Estados Unidos donde la mayoría de las personas hacen las cosas por su propio beneficio consiguiendo a la larga beneficios para los consumidores y la sociedad.
En cambio en Japón, esta metáfora se aplica en el sentido contrario. Aquí la gente trabaja para servir a los consumidores y a la sociedad dando lo máximo de si mismos y de esta forma automáticamente obtienen beneficios para si mismos y consiguen sus objetivos individuales. Seguir leyendo.
El colectivismo de los japoneses quizás acentúe aun más la no-diversidad de estos momentos, ante el pánico todos actúan con calma, todos en la misma dirección. Todos los esfuerzos ahora mismo están enfocados en la catástrofe del terremoto-tsunami. Quizás este colectivismo no ayude a corto plazo pero confío que sí que lo hará a largo plazo. Este año va a ser duro, la población japonesa bajará este año más que nunca desde el año 1945. Siento que los japoneses se van a dejar la piel, ya lo están haciendo, trabajando más que nunca para levantarse después de la caída. Para bien, o para mal, esta catástrofe seguramente tenga un «efecto post-guerra mundial», sacando al Japón de la crisis económica en la que lleva sumido durante 20 años. Desafortunadamente, Japón es una sociedad modelada desde hace centenares de años a base de catástrofes, terremotos, tsunamis y guerras. Están «acostumbrados» a que la naturaleza y los eventos de la historia rompan la armonía de su sociedad y saben más que nadie como afrontarlo.
Todo esto nos está afectando psicológicamente a los que estamos aquí, pero hay que ser fuertes. Yo no pude con el estrés y marché unos días a trabajar a distancia a más de mil kilómetros de la central de Fukushima, ya estoy de vuelta en Tokio, estoy intentando recuperar mi rutina, la diversidad en mi vida. Otros decidieron marchar del país durante un tiempo, pero la realidad es que Japón nos necesita más que nunca, no es momento de irse del país, no es momento de abandonar a los japoneses. Aunque nos cueste, debemos seguir con nuestras vidas «normales» cuanto antes. Subestimamos la importancia de la diversidad, subestimamos el papel que cada uno de nosotros jugamos en la sociedad.
Ante el peligro, los seres humanos, nuestros instinto de supervivencia nos hace intolerantes y cerrados de miras. De repente todos miramos en la misma dirección, pero lo importante para que todo funcione con «normalidad» es mirar todos en direcciones distintas, el ecosistema debe de ser diverso. Para empezar, yo voy a poner mi granito de arena y hoy en vez de quedarme mirando contadores geiger en casa, marcho a dar una vuelta en bicicleta, al gimnasio y luego a cenar con los amigos.
Todo esto es algo que llevo pensando, y estamos pensando muchos de nosotros durante estos días. Ken Mogi, uno de los japoneses más interesantes que conozco, lo explica mucho mejor que yo en este post de su blog que traduzco a continuación (Las frases en negrita son mías):
Desde el terremoto de Tohoku de hace dos semanas, una inmensa cantidad de reuniones y eventos sociales se han cancelado en el área de Tokio e incluso por todo Japón. Muchas de las reuniones y eventos han sido canceladas hasta que se calme la situación. Algunas han sido canceladas como un acto de empatía a los afectados, intentando utilizar recursos humanos y materiales de forma que ayuden de forma efectiva a las víctimas en Tohoku. Los cortes de luz, necesaria en eventos sociales es otra de las causas de cancelación. Aun así, algunas de las cancelaciones no tienen sentido. Algunas de las cancelaciones no han sido decididas sabiamente, incluso desde el punto de vista de los afectados por el desastre.
La razón por la que todos debemos de continuar con nuestra rutina diaria, a la vez que tener que ayudar a los necesitados, es quizás algo complejo en la superficie pero no difícil de entender.
Existe algo así como un «metabolismo sano» en la sociedad. Sin él, nuestra sociedad simplemente no tiene la fuerza y robustez necesaria para recuperarse. Actividades «normales» que han dejado de ejecutarse durante estas semanas deben de volver a activarse, incluso en las áreas cercanas a los afectados donde la conexión con actividades de rescate son muy importantes.
Por supuesto, la ayuda de voluntarios de forma directa en emergencias es MUY importante. Comida, agua, electricidad, gasolina y otros materiales indispensables necesitan ser enviados a las áreas devastadas lo más rápido posible. Mantener estables los medios de comunicación como por ejemplo los teléfonos móviles es también una prioridad. Las redes sociales como twitter o facebook también están teniendo un rol muy importante para mantener a la gente conectada. Han probado ser cruciales en la crisis actual.
La red de influencia mútua y soporte se extiende mucho más allá de lo que percibimos de forma inmediata. El deterioramento de diversas actividades en nuestra sociedad termina minando nuestra habilidad para responder a emergencias y necesidades a largo plazo. La sociedad es un sistema dinámico. Con la pérdida de diversidad su salud está en peligro.
En Tokio, la mentalidad de la gente ha cambiado, casi nadie sale a cenar fuera a restaurantes desde el terremoto, la industria de la restauración está sufriendo. Eventos y más eventos se han cancelando en el sector del entretenimiento afectando a la vida de muchos. Gente con contratos a tiempo parcial en restaurantes y similares se están quejando de que se están quedando sin trabajo.
En tiempos de crisis, la tendencia de nosotros, los seres humanos, es centrarnos en una sola cosa, nos obcecamos con una sola idea, a veces llegando a niveles de pánico. Siendo honesto, me ha pasado a mi también. Desde la fatídica tarde del viernes 11 en el que el terremoto movió todo Japón, no he sido capaz de quitarme de la mente los sucedido. Lo mismo le pasa a casi todo el mundo en Tokio. Cuando camino por la calle, las conversaciones que oigo casi todas están relacionadas con terremotos. Algunas incluso hablan sobre que se acerca el final, que un terremoto aun más fuerte está por llegar.
Ayer, caminando por unos callejones, escuché a un hombre joven hablando con una pareja de jubilados. Estaba hablando bastante alto, esto es lo que escuché:
«Un amigo de confianza me ha contado que las Fuerzas de Autodefensa de Japón (El ejército japonés) sabe con seguridad que va a venir otro terremoto grande a Japón. Esta vez será en la zona de Tokio. Lo saben a ciencia cierta. Pero los poderosos no lo reconocen. Están ocultando información para que los japoneses no nos asustemos demasiado».
La pareja de jubilados escuchaba con atención la teoría conspiradora del joven. Incluso aseveraban lo que les decía, sugiriendo que estaban totalmente de acuerdo con sus palabras. En tiempos de crisis extraordinarias, teorías conspiradoras brotan como setas, y algunas pueden llegar a sonar psicológicamente reales. La predicción del joven todavía se tiene que materializar, esperemos que no pase. No hay ninguna evidencia de que vaya a venir otro grande inminentemente. Dicho esto, este joven me hizo recordar otra vez lo cerrados de miras que podemos llegar a ser en estos tiempos.
Por lo tanto, aunque sea difícil, una de las tareas cruciales ahora mismo es volver a la diversidad de la vida, en vez de sentirse cohibido. Necesitamos una industria del entretenimiento sana. El sector de los restaurantes debe florecer. Libros deben de ser vendidos otra vez y ser leídos, las habitaciones de hoteles deben de llenarse de risas. Mientras invertimos parte de nuestro tiempo en tareas de rescate y ayuda, de alguna forma NECESITAMOS mantener la diversidad de la vida. Aparte de pensar en el terremoto y en el futuro de la energía nuclear, necesitamos cantar canciones sobre los placeres de la vida.
Cuando piensas algo más sobre ello, el aura especial de Japón deriva de la gran cantidad y variedad de recursos naturales y culturales que se pueden encontrar en esta pequeña isla. Afrontar y abrazar con energía la diversidad es una idea embebida de forma natural en la mente de los japoneses, algo evidente en la forma relajada y a veces caprichosa que tienen los japoneses en el tema de las religiones. El principio de año se celebra en templos sintoístas, los funerales en templos budistas, las navidades se celebran al estilo occidental, muchos se casan siguiendo el ritual cristiano. No necesitamos aprender nada nuevo, somos diversos por naturaleza. Es suficiente con recordarlo.
Espero que la ola de cancelaciones, que afecta a muchas industrias, y la mentalidad estrecha que tenemos ahora mismo sea algo temporal. Nos tenemos que dar cuenta de lo importante que es respirar y disfrutar el aire de la diversidad. Solo manteniendo nuestra robustidad cultural y mental a través de la variedad podemos ayudar a aquellos que están sufriendo las consecuencias aquí y ahora, y ya sabes donde y cómo.
Artículo original de Ken Mogi, en inglés