Según cuenta la leyenda el origen de la raza japonesa dependía del resultado de un combate de sumo. La supremacía de la gente japonesa en las islas de Japón se estableció cuando el Dios Takemikazuchi ganó en un combate de sumo a su gran rival. Sin embargo, dejando aparte la leyenda, el sumo es un deporte muy antiguo que se viene practicando desde hace más de 1500 años.
El jueves fuimos a ver a los mejores luchadores de sumo (rikishin) en el Kokugikan de Ryogoku, en el centro de Tokyo. Antes de los combates fuimos a comer a un restaurante donde nos dieron Chanko. Chanko es la típica comida que utilizan los luchadores de sumo para engordar. Dentro de la olla había Udon (Una especie de spaghettis muy gordos), carne, verduras, tofu (soja fermentada), hígado y algas.
Albert, Carlos y yo comiendo Chanko, típico menú de luchador de sumo.
Luego fuimos al Kokugikan donde había miles de japoneses entrando al estadio. El estadio bastante grande y en las primeras 20 filas en vez de haber sillas, hay pequeños tatamis donde te puedes sentar con tus colegas a comer, charlar y ver el sumo de vez en cuando 😉
Combate de sumo.
Actualmente hay 800 luchadores de sumo profesionales. Hay un ranking general, el mejor de todos es el Yokozuna y el segundo mejor es el Ozeki. En el combate final de la tarde el Ozeki ganó al Yokozuna, parece ser que era algo importante porque el Yokozuna llevaba mucho tiempo sin perder. Los espectadores con la emoción comenzaron a lanzar los cojines de sus asientos al centro del estadio, pero al cabo de cinco minutos todos ayudaron a recoger y dejar el estadio impecable para la próxima ocasión. ¡¡¡¡Qué civilizados!!!!
Ritual Dohyo-iri
Para terminar la tarde, Carlos y yo fuimos explorar nuevas zonas de Shinjuku. Terminamos dando vueltas por una zona llena de Love Hotels. Los Love Hotels son hoteles donde puedes alquilar habitaciones por horas para ir a pasar un buen rato con tu pareja. Son bastante caros, pero en la habitación tienes ofuro o jacuzzi , videoconsola, dvd y televisión por cable entre otras comodidades. Había calles y calles llenas de Love Hotels, en Shibuya parece ser que hay otra zona del mismo estilo.
Al final encontramos a un japonés aburrido que nos invitó a un bar a tomar algo. Así da gusto.