El verano del año pasado visité por primera vez una zona de campos de arroz en Chiba que me dejó enamorado. No solo fue el lugar, también fueron los nuevos amigos que hice allí lo que me hizo volver varias veces a respirar el aire del campo japonés.
Al cabo de un tiempo me ofrecieron ser socio de una asociación de propietarios de campos de arroz. Mi primera reacción fue rechazar la oferta, sonaba a algo que iba a ser un nuevo peso en mi vida. Pero al cabo de unos días de pensarlo recordé uno de los consejos más sabios que me ha dado mi amigo Zordor:
«En la vida hay que invertir en anécdotas»
Este asunto de los campos de arroz en Chiba sonaba a situación ideal para «invertir en anécdotas», así que termine aceptando. Durante unos meses fue algo pesado tener que leer y firmar contratos, hacer transferencias de dinero a cuentas de banco de la asociación, leer normas sobre cómo mantener los campos de arroz, de hablar con otros socios por teléfono… Era como tratar con una de esas asociaciones secretas con las que se suelen topar los protagonistas de novelas de Haruki Murakami.
Después de tanta inversión de tiempo, la semana pasada por fin comenzó la cosecha de anécdotas. Nos juntamos un grupo de algo más de veinte amigos y estuvimos aprendiendo a plantar arroz a mano. Le perdimos el miedo a hundirnos en el fango, a caminar sin caernos al agua y a meter las manos en el barro mientras notas como una rana se te sube por el brazo. Aprendimos a plantar los brotes de la planta del arroz usando solo dos dedos tal y como lo hacen los campesinos en películas de Kurosawa. ¡Y nos entrevistaron en la radio local de Chiba!
Plantar arroz siguiendo el método tradicional me hizo apreciar mucho más la importancia de la agricultura japonesa y su influencia en la cultura de los pueblos. Todos los participantes tenemos que coordinarnos y trabajar en colectivo para que los brotes se alineen lo mejor posible. Es muy importante que la comunidad trabaje al unísono y todos colaboren para que la cosecha sea buena, no solo en tu campo de arroz sino también en las parcelas vecinas.
Gracias a todos los que vinisteis a ayudar a plantar. ¡En septiembre coleccionaremos más anécdotas y cosecharemos el arroz de nuestro campo! 🙂