“Héctor, ¡no me importa lo que diga la Wikipedia! Para mi los mikoshis representan la masculinidad y los santuarios la feminidad” me dijo Taka con una sonrisa después de engullir el ultimo trago de su Sapporo de medio litro.
Taka se había pasado desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde llevando un mikoshi al hombro junto con otros hombres de la localidad. Pero en vez de estar cansado el matsuri le había dado energía para discutir.
“Aquí dice que por lo general en los matsuris se pide a los kamis 神 (Dioses/espíritus) que llueva mucho para tener buenas cosechas” le respondí con escepticismo.
“Por supuesto. Por eso hemos llevado los mikoshis por todos los caminos que rodean los campos de arroz fertilizándolos. Pero… cómo te lo podría explicar… Conforme yo lo veo, la fertilidad en la agricultura, en la naturaleza y en los seres humanos van ligadas de la mano.”
A continuación se sacó un iPhone del bolsillo y me enseñó esta foto que habían sacado por la mañana a su grupo con un mikoshi al hombro:
“Ahí estamos nosotros empujando el mikoshi hacia dentro del santuario.” me dijo acercando la pantalla a mis ojos.
“Ya veo, si que tiene algo sexual.” le respondí riendo.
“Fíjate en los caracteres que forman la palabra santuario.” me dijo mientras con un bolígrafo escribía 神宮 jinja (santuario sintoísta) en un post-it “El primer carácter es el de kami 神 y el segundo palacio 宮”
“Ya veo…”
“Y ahora lo comparamos con la palabra útero, shikyu 子宮”
“¡Vaya! Literalmente sería palacio 宮 de los niños 子” le respondí con entusiasmo.
“Ves, los caracteres de la palabra santuario nos dicen que representa el órgano sexual femenino.” dijo mientras abría una segunda lata de Sapporo. “Es más, mira, así es como se ve un santuario desde arriba”
Taka se esmera dibujando un santuario mientras yo busco en google maps. El resultado de su dibujo y el mapa de un santuario que encontré en google maps se parecían bastante:
“Ves, el centro del honden es el útero y las dos salas del fondo son las trompas de falopio” me soltó Taka todo convencido dibujando flechas enfatizando las supuestas trompas de falopio.
“¿En serio? Esto se empieza a parecer a una novela de Dan Brown.” le contesté volviendo otra vez a mi modo escéptico.
“¡Que sí!” dijo Taka riendo y dándole a la cerveza y concluyendo: “Piénsalo, los matsuris son actos sexuales, actos de reproducción. Los hombres llevamos los mikoshi a hombros meneándolos hacia arriba y hacia abajo de forma rítmica. Cuando hemos llegado esta mañana a la entrada del santuario, a la entrada de la mujer, lo hemos empujado hacia dentro penetrando hasta el palacio de los niños 子宮.” da otro trago a la cerveza analizando mi cara de casi convencido. “No es nada raro todo lo que te cuento, en el pasado el sexo era algo sagrado, algo que podía crear seres humanos y se celebraba en comunidad, no como ahora que se ha convertido en algo tabú y sucio.” terminó Taka levantando la voz emocionado.
“¡Vale, vale! Me has convencido.” le dije dándole una palmada en el hombro “Así como me lo has contado me hace ver los matsuris desde una perspectiva algo diferente. ¡Te has pasado el día moviendo un miembro sexual gigante Taka!”
Muchas risas.
Después de terminar su segunda cerveza fuimos dando un paseo hasta la plaza del pueblo donde continuaban las celebraciones. Compramos unos yakitoris en un yatai (Tenderetes de comida ambulante). Comenzaron a llegar carrozas de cada uno de los grupos del matsuri local. A estas horas del día la ceremonia «oficial» del matsuri ya había terminado. Todo mucho más relajado que por la mañana cuando tienen que llevar los mikoshi a hombros. Me encantó ver a gente de todas las edades pasándolo bien juntos, es algo difícil de ver en el centro de Tokio entre semana, incluso los niños se subían a las carrozas a tocar los taikos.