El hansei (反省) es uno de los conceptos de la cultura japonesa que más me ha costado entender en profundidad y creo que todavía me falta para realmente comprender y convivir con él como hacen los japoneses prácticamente desde que empieza su educación. Han (反) significa «cambio», «darle la vuelta a algo», «ver algo de forma diferente», y Sei (省) significa «revisar», «autoexaminarse». La traducción típica de la palabra completa hansei (反省) suele ser «reflexión» o «introspección». Todos los humanos practicamos el hansei en mayor o menor medida, veamos de qué forma lo aplica Japón en su sociedad.
La primera vez que tuve consciencia de la existencia de esta palabra fue cuando nuestro jefe nos convocó a una hansei-kai, una reunión para «hacer hansei». Busqué en el diccionario la palabra hansei, pero con el significado literal realmente no terminé de entender que iba a pasar en la supuesta reunión de «introspección».
La reunión empezó con caras largas. El jefe nos sermoneó diciéndonos que el fallo que tuvimos hace dos días fue muy grave y que no podía volver a pasar. Cuando soltó esto empecé a entender lo de la «reflexión» e «instrospección» del hansei. El caso es que, mi mentalidad «española», me hizo pensar «Si todos sabemos que fue una irresponsabilidad de Tanaka-san la que hizo caer todos los sistemas de producción, el que tiene que reflexionar sobre lo sucedido es Tanaka-san y no nosotros». Simplemente lo pensé pero no dije nada, seguramente los demás también pensaron lo mismo y también se callaron. Tanaka-san estaba sentado en una esquina de la mesa con la mirada caída, también en silencio y escuchando el sermón del jefe. Cuando terminó, el jefe nos preguntó a cada uno porqué pensábamos que habíamos fallado y qué medidas debíamos tomar para que no volviera a suceder. Todos respondimos sin mencionar a Tanaka-san, hablando sobre todo de los cambios que podríamos introducir en los procesos en los que estamos implicados todo el equipo para mejorar el control de calidad. Cuando le tocó el turno a Tanaka-san, se disculpó brevemente con un simple sumimasen asumiendo su responsabilidad y a continuación explicó en qué había fallado él y que medidas iba a tomar él para que no volviera a ocurrir. Al final de la reunión, el jefe recopiló las lecciones aprendidas en la pizarra y nos dijo que nos mandaría un email con las conclusiones y cambios que deberíamos introducir en nuestra forma de trabajo en grupo. Más tarde, nuestro jefe explicó lo ocurrido al presidente, asumió él toda la responsabilidad del fallo en nuestro equipo (Sin mencionar a Tanaka-san en ningún momento). El señor Tanaka-san nunca volvió a cometer el mismo fallo y ninguno de nosotros tampoco, gracias a la reunión de hansei-introspección-reflexión mejoramos como equipo.
Yo aprendí algo más sobre el concepto de hansei. El objetivo no era que se disculpara Tanaka-san, el objetivo tampoco era «echarle la culpa a Tanaka-san», el objetivo principal de la reunión era mejorar todos juntos, hacer kaizen. Nuestra mentalidad occidental, ante una situación similar, seguramente (Quizás generalizando demasiado) el equipo tendería a echarle la culpa de Tanaka-san y según el carácter de Tanaka-san, quizás le echaría la culpa a otro (Seguramente al que peor le caiga). Seguramente subiría la tensión en las relaciones del grupo hasta que se olvidara la sucedido o hasta que volviera a suceder lo mismo.
En nuestras culturas, influenciadas por la tradicción cristiana, tenemos inculcado desde pequeños, las ideas de culpa y pecado. Cuando hacemos algo mal, cuando nos equivocamos, el sentimiento de culpa nos atormenta y a veces no lo queremos aceptar. En cambio, Japón es una sociedad en la que el mayor temor no es la culpa, sino la vergüenza. Tanaka-san sintió vergüenza por haberle fallado al grupo, nosotros como equipo también sentimos vergüenza por haberle fallado al jefe, y el jefe sintió vergüenza por habernos fallado y por haberle fallado a la empresa.
Todos los humanos nos equivocamos, pero según nuestra personalidad y según la cultura en la que nos hemos educado nuestra primera reacción es diferente. La primera reacción de los japoneses suele ser, un profundo sentimiento vergüenza. Este sentimiento de vergüenza inicial es manejado a continuación a través de hansei, reflexión, instrospección sobre lo ocurrido, siendo plenamente consciente de lo ocurrido y compartiendo la equivocación con su grupo (Sociedad colectivista). En otras culturas lo primero que sentimos es culpa y a continuación intentamos hacer todo lo posible por ocultar nuestro fallo, para que se entere el mínimo posible de personas, intentamos «esconder la mierda, ya sea nuestra o de nuestro grupo, o incluso echarle la mierda al de al lado».
Al principio, yo no terminé de entender la profundidad del hansei, pensaba que simplemente consistía en responsabilizarse y reflexionar dándole vueltas a lo sucedido viéndolo desde muchas perspectivas. Pero realmente va más allá de la reflexión, se acerca más a la introspección y el «conocimiento de uno mismo» (Self-awareness, un concepto budista). Para conseguir «conocerse mejor a uno mismo», después de sentir vergüenza, el proceso de hansei se podría dividir en tres fases:
- 1.- Reflexión, introspección, responsabilizarse.
- 2.- Reconocer que hay un problema. Indentificar el origen de las diferencias entre lo que se deseaba conseguir y lo que realmente se ha conseguido.
- 3.- Comprometerse a realizar una serie de cambios para mejorar.
Estos pasos se pueden aplicar tanto a nivel de grupo como a nivel individual. A los niños japoneses cuando hacen algo incorrecto se les regaña diciendo hansei shinasai «反省しなさい» (¡Haz hansei!). Sólo con decir eso, los niños/as ya saben en el subconsciente que deben responsabilizarse, reconocer, explicar el problema y que deben cambiar en el futuro para no volver a cometer el mismo error. No es cuestión de castigar al niño y hacerle sentir culpable, es cuestión de hacerle ver que nadie es perfecto y que siempre podemos mejorar como personas si nos lo proponemos.
Poco a poco he empezado a entender que el hansei está siempre presente, incluso cuando no hemos cometido ningún fallo. Siento que mi jefe nunca está contento del todo, siempre espera más de nosotros como equipo, siempre espera más de mi. Siempre que me alaba, lo siguiente que hace es «criticarme de forma constructiva». Me dice algo así: «Héctor, muy bien, gracias por tus esfuerzos las últimas semanas. Pero, ¿cómo lo podrías hacer mejor la próxima vez?». No es que esté enfadado, lo que quiere es conseguir que mejoremos, que seamos mejores personas, que seamos mejor equipo, que seamos mejor empresa, que seamos un Japón mejor. ¿No os recuerda un poco a películas de samuráis y mangas como Naruto o Dragon Ball en el senpai-sensei-maestro siempre exige más a sus discípulos, incluso cuando estos ya les han superado?
Seguramente al principio, cuando todavía estaba con el chip 100% español, me tocaba un poco las narices que nadie se mostrara contento del todo incluso cuando las cosas iban excepcionalmente. Ahora creo que me he acostumbrado, mis jefes están contentos en su interior pero se lo guardan, me dicen lo que me tienen que decir simplemente porque quieren más de mi y de mis compañeros.
Aunque hayamos cumplido con todas las expectativas, aunque las hayamos superado, seguramente lo podríamos haber hecho incluso mejor. A nivel de trabajo siento que nunca nadie está realmente satisfecho, la forma de actuar es bastante parecida cuando las cosas van bien y cuando las cosas van mal. Siempre estamos en un proceso contínuo de mejora. Si en una empresa americana se celebra con champagne cuando en un proyecto se han superado las expectativas, en una empresa japonesa también se celebra pero en muchas ocasiones también se reunirían para analizar cómo se podría haber hecho incluso mejor. Toyota es una de las empresas más rigurosas aplicando hansei. Siempre están haciendo reuniones hansei-kai ya sea porque las cosas van bien o las cosas van mal. Están contínuamente reflexionando sobre sus procesos e intentando analizar qué se puede mejorar, en Toyota dicen «No tener problemas, es un problema».
En occidente nos gusta fardar enseñando lo que hemos hecho bien. En Japón, aunque también se celebran las cosas bien hechas, se intenta casi siempre no destacar mucho y ser humildes. En occidente esperamos que nos recompensen ante un buen trabajo, ante algo bien hecho, en Japón esperas a que te digan o a que te pregunten cómo lo podrías haber hecho incluso mejor.
La experiencia es el mejor maestro, si no aprendemos de la experiencia estamos avanzando en vano. El proceso de hansei ayuda a mejorar, a aprender, a sacarle el máximo jugo a eso que llamamos «experiencia». He aprendido muchas cosas del hansei japonés, aplicándolo a mi tanto a vida personal como a mi vida laboral. Pero todavía me queda mucho camino para entenderlo plenamente, por ejemplo, aunque no sé si importa mucho, sigo sintiendo más culpa que vergüenza cuando soy yo el responsable de que algo no se realice según las expectativas del grupo.
El objetivo final del hansei es el cambio a mejor a través de un proceso de introspección, aprender más sobre uno mismo, aprender a ser mejores personas y una sociedad mejor. Ahora mismo, después del terremoto del mes pasado, Japón está viviendo un proceso de hansei a nivel nacional: gobierno, constructoras, arquitectos, TEPCO y todos ciudadanos en general. Todo Japón está viviendo el mayor hansei desde el final de la guerra.