Comenzamos la semana laboral con noticias cada vez más confusas sobre la situación de la central nuclear de Fukushima. El servicio de trenes sigue siendo bastante irregular y la gente prefiere ir a trabajar caminando o en bicicleta.
Mucha más gente de lo normal yendo a trabajar en bicicleta.
En el trabajo, el equipo de tecnología nos pasamos el día revisando que no haya ningún problema causado por el terremoto en nuestros centros de datos. Los de negocios se pasan el día hablando con oficiales del gobierno sobre el uso de Twitter con sus cosas buenas y sus cosas malas (Falsos rumores) durante la crisis que estamos viviendo. Pero realmente, en vez de trabajar, estamos todos atentos a las noticias, tenemos la televisión en una estantería donde la podemos ver todos. Todos tenemos una ventana en el navegador con varios contadores geiger midiendo los niveles de radiación en Tokio, por ahora parece que no sube la radiación lo más mínimo.
De repente, a media tarde se oyen casi todos los teléfonos móviles de la oficina sonar. Muchos tenemos instaladas aplicaciones que te avisan unos segundos antes (La cantidad de segundos depende de la distancia al epicentro) de que venga un seísmo, en la televisión también suena una alarma y los presentadores se ponen cascos al instante.
Al cabo de tres segundos desde que sonaron las alarmas nuestra oficina comienza a vibrar levemente. Por suerte, es una pequeña réplica y remite en menos de un minuto. Aun así, saltan alarmas de tsunami en la televisión. Las continuas réplicas hacen que no se nos quite la preocupación del cuerpo. Para colmo, las noticias que nos llegan de la central nuclear de Fukushima son cada vez peores y TEPCO, una de las mayores compañías eléctricas de Japón, empieza a anunciar cortes de luz en Tokio y aconseja que ahorremos lo máximo que podamos. En todas las oficinas de Tokio empezamos a ahorrar energía apagando el aire acondicionado, los ascensores y todas las luces que no son imprescindibles. Trabajar en la oscuridad te hace sentir en cada momento la catástrofe en la zona de Tohoku, al norte de Tokio.
Los ascensores fuera de servicio. Por suerte trabajo en la planta 11, otros amigos en Tokio tienen que subir 30 o 40 plantas a pie cada día.
El martes, la naturaleza nos despierta haciendo vibrar nuestras camas a las cinco de la mañana. Yo no consigo volver a conciliar el sueño y salgo de camino al trabajo más pronto de lo normal. Me pongo al día con las últimas noticias y veo que la información que se está dando en el extranjero sobre la catástrofe diverge cada vez más de la realidad. En Japón nos informan sobre los «hechos» sin alarmarnos, dejándonos tomar decisiones a cada uno según como juzguemos la situación, en Europa hablan de «apocalípsis» y «éxodos masivos». Muchísimos de mis seguidores en Twitter se piensan que Tokio está totalmente destruido, nada más lejos de la realidad, tomo estas fotos mostrando el estado actual de Tokio:
En Tohoku, en la zona arrasada por el tsunami la situación es gravísima. En Tokio la situación NO es apocalíptica. El terremoto apenas causó daños estructurales directos en la zona de Tokio pero estamos sufriendo varias consecuencias indirectas que afectan a nuestra vida diaria:
- Apagones de luz de 3 horas cada uno alternados en diferentes zonas de la ciudad y anunciados con un día de antelación
- Servicio irregular en varias líneas de trenes
- Tenemos la obligación moral de no utilizar más electricidad de la necesaria. Ascensores y aire acondicionado apagado.
- En los supermercados faltan muchos alimentos básicos, hay muchas estanterías vacías.
- Estamos en constante peligro ante la posible llegada de nubes de baja radioactividad desde Fukushima
- Todos estamos estresados, cansados y tristes ante lo confusa que es la información que nos llega desde diferentes fuentes.
Las acciones de nuestra empresa Digital Garage, cuyo principal negocio es la introducción de empresas tecnológicas estadounidenses en el mercado japonés tales como Twitter o Linkedin, han bajado casi un 40% en dos días. Nuestro presidente nos envía un email animándonos a trabajar con más ganas que nunca y dándonos libertad a trabajar de forma remota durante el resto de la semana.
Pero por muchos ánimos que nos de el presidente, apenas podemos trabajar, estamos todos pendientes de medidores geiger viendo como los niveles de radiación los barrios del norte de Tokio sube sin pausa (Aunque no termina de llegar a niveles peligrosos). El viento viene del norte y poco a poco niveles de radiación diez veces más altos de lo normal llegan a pleno centro de la ciudad. Aun no corriendo ningún peligro (En teoría, porque la situación podría cambiar en cualquier momento), somos muchos los que decidimos salir de Tokio unos días.
Crónicas del terremoto:
- Así lo viví yo, el mayor terremoto de la historia de Japón – Parte 5
- Así lo viví yo, el mayor terremoto de la historia de Japón – Parte 4
- Así lo viví yo, el mayor terremoto de la historia de Japón – Parte 3
- Así lo viví yo, el mayor terremoto de la historia de Japón – Parte 2
- Así lo viví yo, el mayor terremoto de la historia de Japón – Parte 1
- Refugiados en el sur – Parte 1