Ciudades japonesas

Una de las primeras decepciones que se lleva aquel que visita Japón por primera vez es ver el desorden con el que se construyen casas, edificios y carreteras. Se supone que Japón es un país esplendoroso, pero el caos aparente de sus ciudades no es bello a nuestros ojos occidentales acostumbrados a la simetría y al orden de nuestras ciudades europeas. Las ciudades occidentales tienen un centro con calles más estrechas y enrevesadas que en el la periferia donde parques y zonas residenciales cuadriculadas son la norma. La ciudades japonesas no tienen un centro definido, hay zonas de edificios altos mezcladas con pequeñas casitas unifamiliares. Las ciudades japonesas son un especie de caos, una especie de fractal, que en el caso de Tokyo se acerca a dimensiones infinitas. ¿Está la belleza en el caos o en orden? ¿O quizás en un orden dentro del caos?

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El área metropolitana de Tokyo no tiene centro, es una especie de ameba de dimensiones descomunales donde viven cerca de cuarenta millones de personas. En occidente las ciudades se construían antiguamente alrededor de iglesias, y hemos terminando teniendo ciudades con un centro de actividad en torno a unas pocas calles principales y plazas cercanas entre ellas. En Japón el centro de las ciudades no era un lugar sagrado. Los templos shintos y budistas suelen estar en parques o en áreas colindantes y normalmente en zonas boscosas. Pero sí que se creaba una especie de plaza o calle central donde estaba el mercado del pueblo. En las grandes ciudades en el centro estaba un castillo o en el caso de Kyoto o Tokyo el palacio del emperador.

Tokyo fue totalmente destruida (Más del 90% de las casas y edificios) en la Segunda Guerra Mundial. La reconstrucción se hizo muy rápida y lo que había sido hasta entonces el centro de la ciudad (La zona del este del palacio del emperador) dejó de serlo. El centro de gravedad de la ciudad se desplazó bastante hacia el oeste y sobre todo a una serie de estaciones de trenes de gran actividad, mayormente Shibuya y Shinjuku. Tokyo adquirió múltiples centros de actividad, centenares de estaciones de trenes y metro fueron construidas y alrededor de ellas aparecieron supermercados, centros comerciales, plazas, parques etc. El área metropolitana de Tokyo se convirtió en una especie de mega-conglomerado de estaciones de tren y metro. El Palacio Imperial siguen siendo el centro geométrico de Tokyo pero no hacen falta más de cinco minutos de paseo por las calles colindantes al Palacio para darse cuenta que es una zona muerta y sin apenas actividad comparado con algunas estaciones de tren como por ejemplo Shinjuku o Shibuya.

La mayoría de la superficie de las ciudades japonesas está ocupada por pequeñas casas unifamiliares de dos o tres plantas. Son zonas residenciales que no parece que estén dentro de una ciudad. En esas zonas residenciales la altura de los edificios crece conforme la distancia a una estación de tren es menor. Alrededor de las estaciones es donde se permite la construcción de edificios de gran altura y donde bulle la actividad comercial. Las estaciones de trenes son los centros de micro-ciudades que forman grandes ciudades. Una excepción a este modelo es Kyoto, que afortunadamente no fue destruida en la Segunda Guerra Mundial y sigue una organización más Europea ya que su urbanización fue fuertemente influenciada por China en la antigüedad y Europa durante la restauración Meiji.

No juzguéis las ciudades japonesas por su apariencia, por su poca simetría y poco orden. Pensad que las ciudades japonesas evolucionan y cambian muy rápido adaptándose a las necesidades de sus habitantes, intentando hacerles la vida más fácil. Por ejemplo, el modelo hipermercado en Japón nunca funcionó, la gente prefiere supermercados pequeños cerca de casa. La estructura descentralizada por naturaleza de las ciudades japonesas distribuye supermercados, negocios y tiendas 24h prácticamente en cualquier lugar. Esto permite resolver muchos asuntos de la vida cotidiana sin apenas moverse. Una excepción es tener que ir al trabajo, las grandes empresas siguen centralizadas en ciertas áreas de negocios de Osaka, Nagoya y Tokyo. Según varios rankings, Tokyo está considerada como una de las ciudades del mundo donde más fácil se vive y mejor se vive.

Otro factor a tener en cuenta cuando se pasea por Japón, es que como término medio las casas y edificios se suelen derrumbar a los 25 años. Esto ayuda a la continua metamorfosis de las ciudades, pero es también otro factor de caoticidad. Es de lo más normal ver una casa de una planta de madera de 20 años junto a una casa prefabricada de tres plantas acabada de construir, junto a un edificio de ladrillo de 10 años en pleno centro de Tokyo. ¡Mezcla total! En Europa, donde por ejemplo en Londres la vida media de las casas es de más de 100 años, las calles son mucho más uniformes y se puede adivinar la época en la que fueron construidas todas las casas de una misma área. Pasear por el centro de Paris o Barcelona también nos dará esa sensación de armonía, y conjunción arquitectónica de las casas y edificios adyacentes. Durante dos años para ir al trabajo tenía que pasar todos los días por la misma calle de unos 800 metros caminando, vi destruir 3 edificios y 15 casas que fueron reemplazadas por otras nuevas. ¡Cambio continuo!

Las normas de urbanización también son algo diferentes a las que se suelen utilizar en ciudades de Estados Unidos o Europa. En general las normas son más suaves y se permiten hacer cosas que en nuestro país nos sonaría impensable. Por ejemplo, un terreno urbano se puede dividir todo lo que se quiera, se pueden encontrar terrenos de unos pocos metros cuadrados en pleno centro de ciudad donde hay apenas hay espacio para que el propietario ponga un par de máquinas de bebidas. Esta pequeña diferencia a la hora de dividir el terreno puede parecer una tontería, pero cuando ves que hay edificios de cinco o seis alturas de apenas cuatro metros de ancho o casitas unifamiliares atrapadas entre rascacielos de 50 plantas te das cuenta de lo mucho que puede afectar a largo plazo el implantar o no una norma de urbanización por simple que parezca. Además también hay parcelas triangulares, pentagonales, amorfas… que dan lugar a edificios con formas de lo más peculiares. ¡Caos total!

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Fijaos como el árbol sagrado de la foto ha obligado a hacer malabarismos a la hora de parcelar y a la hora de construir a su alrededor.

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El edificio de la izquierda se ve que tenía una terreno bastante estrecho sobre el que construir. Ver más fotos de edificios estrechos

Por supuesto, también hay alguna que otra zona de rascacielos al más puro estilo estadounidense, de hecho Tokyo es la ciudad con más rascacielos del mundo aunque Dubai le va a quitar el puesto el año que viene. Pero por lo general lo que reina es el caos, el desorden, la descentralización, ciudades compuestas por pueblos, donde en cada uno de esos “pueblos” el centro es una estación de tren, ciudades que se extienden hasta el infinito y más allá formando megalópolis gigantescas de las cuales es difícil escapar.

La planificación urbana en occidente da mucha más prioridad a que la forma de la ciudad sea armoniosa que Japón, donde lo que se busca es la utilidad final de la estructura y que no haya conflictos entre los propietarios de los terrenos. La ciudad japonesa cambia muy rápido, muta, crece, decrece, zonas residenciales se convierten en comerciales y a la inversa. La vivienda se considera como algo temporal, es muy raro que una persona viva toda su vida en una misma casa. Normas menos estrictas en temas como el tamaño del terreno o la altura relativa de los edificios respecto a los vecinos, y normas más estrictas en temas como seguridad ante terremotos, hace que al final las ciudades japonesas evolucionen de una forma totalmente diferente a la que estamos acostumbrados en occidente. Ciudades sin orden, construidas según las necesidades de cada momento, ciudades en cambio continúo, ciudades caóticas.

Os dejo con varias fotos que para que podáis ver algunas de las características de las que os he hablado. ¿Caótico pero variado verdad?

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Las ciudades japonesas siempre han sido bastante desordenadas. Esta es una foto de Shinjuku hace algo más de 50 años.

Nikon D90

El otro día estuve probando la nueva Nikon D90 que estará a la venta en Japón a partir del día 19 de este mes. Después de mi experiencia, más que positiva con una Nikon D40 con la que he aprendido un montón, mi siguiente paso va a ser una Nikon D90. Creo que es la evolución natural para alguien que empieza en esto de la fotografía con una cámara de gama baja y necesita pasar al siguiente nivel. En Japón la Nikon D90 costará 120.000 yenes (750 euros). ¡Además, es la primera DSLR que graba vídeo en HD! Aunque, seguramente lo de grabar vídeo sea lo de menos, lo mejor es que es prácticamente una D300 (Mismo sensor) pero bastante más barata.

Nikon D90

Normalmente suelo vender mis cámaras usadas en Softmap pero la D40 la conservaré y seguro que la seguiré utilizando ¡es pequeña, manejable, todo terreno, ideal para viajar! Si queréis ver fotos que voy sacando con mi D40, éste es mi flickr.

Will Smith y Charlize Theron comiendo

Una de las cosas que más sorprenden de la televisión japonesa es que en cualquier programa aprovechan cualquier oportunidad para comerse algo. También hay programas dedicados exclusivamente a rodar a personas comiendo y ver las reacciones de los comensales. Lo curioso es que en este tipo de programas la comida ya suele estar hecha, no te enseñan la receta de cómo hacer el plato (Aunque la suelen poner en webs y libros). En España estamos acostumbrados a programas en los que te enseñan las recetas pero no ves a nadie comiéndose el plato terminado.

Uno de los programas de este tipo más populares es Smap Bistro, donde los cocineros son el grupo de música Smap. Suelen traer a famosetes, les hacen comer delante de las cámaras y al final tienen que elegir el menú (De entre dos) que más les gustó. En el programa de ayer tuvieron a Will Smith y Charlize Theron, que están en Japón promocionando su última película Hancock, aun sin entender inglés o japonés creo que el vídeo tiene bastante gracia:


No os perdáis el final, en el que sale un humorista-loco y a continuación sale Jodie Foster sin venir a cuento.

¡Y qué bien se lo pasan los actores de Hollywood en Japón, con tanta parida!

Problema

En Japón la sociedad, las empresas, las personas son en general mucho más perfeccionistas que en occidente. Ser más perfeccionista tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Hay países, empresas, procesos que funcionan mejor que otros. En Japón todo suele funcionar bien, no suele haber problemas. Y como la gente no está acostumbrada a que haya problemas gordos, viven todos en una especie de «mundo feliz», pero cuando los hay se monta el caos total. Los japoneses están acostumbrados a que los procesos funcionen siempre igual, o mejorando mediante kaizen, pero cuando surge un imprevisto son muy malos tomando medidas. En occidente puede que nuestros engranajes no funcionen tan «perfectamente» pero en general creo que sabemos hacer frente a imprevistos, a problemas, mucho mejor que los japoneses. Un ejemplo reciente de la poca competitividad de los japoneses para hacer frente a imprevistos es el caso del mono de Shibuya.

Hay gente que dice que la sociedad japonesa es como un hormiguero, donde todo funciona relativamente bien hasta que cae una piedra en la entrada del hormiguero. Todo va bien hasta que hay un problema inesperado.

Todos somos bastante sensibles a la palabra «problema», pero los japoneses aún lo son más. Por ejemplo, si estás en una aburrida reunión en una empresa japonesa, de esas que duran horas y horas y no se decide nada, la técnica para conseguir llamar la atención sobre algo que quieres solucionar consiste en soltar la palabra «mondai» (problema, 問題). En cuanto dices «problema» notarás que muchos de los asistentes a la reunión que se habían dormido se despertarán, otros que estaban tomando notas te mirarán con chispas en los ojos y los que estaban absortos con el laptop te mirarán con cara de interés. Pero también hay que tener cuidado con la forma de usar la palabra, hay que suavizar su uso con otras palabras en la frase, hay que decir algo así como «puede que tengamos un pequeño problema». Esta suavización es necesaria porque Japón es el país del chotto y decir «tenemos un problema» directamente sería demasiado fuerte.

Otra cosa que he notado es que les cuesta mucho medir la importancia de los problemas. Todo lo que sean «problemas» tienen prioridad máxima. Muchas veces ves como se dedican un montón de recursos en una empresa a solucionar un pequeño problema sin importancia real, y por culpa de ello quizás se retrasa la solución a un problema crítico para el negocio de la empresa. Lo de no saber poner prioridades a los problemas es algo que los japoneses tienden a caer no sólo en la empresa sino en la vida diaria. Problemas por los que nosotros no nos estresaríamos nada de nada, un japonés o una japonesa se estresa y preocupa mucho más de la cuenta.

Todo estas consideraciones son concernientes a problemas no esperados. En el caso de que los problemas sean esperados, los japoneses tienen muchos procesos ya preparados para solucionarlos. Por ejemplo, son expertos en tomar medidas cuando un tren se avería, cuando hay un tifón, o en general cuando se rompe algo que se suele romper. Todos esos problemas, ya no son realmente problemas, son parte del proceso.

Son buenos solucionando problemas que conocen pero malos afrontando nuevos problemas con rapidez y eficacia. Por ejemplo, hace poco hubo un escándalo porque unas escaleras mecánicas comenzaron a moverse en dirección inversa cuando había mucha gente y varios resultaron heridos. Todavía, después de varios meses están decidiendo cuál fue el problema y cómo solucionarlo. Hace unos años hubo un problema con una puerta giratoria en la que se enganchó una abuela y murió, hubo un escándalo porque se consideraba un problema muy gordo. Para evitarse problemas muchos decidieron dejar de usar puertas giratorias (Es lo que recomendó el gobierno), hoy en día apenas se ven puertas giratorias en Japón.

«¡Huston, tenemos un problema!»