He terminado de leer «The art of happiness» (El arte de la felicidad), un libro escrito por un psiquiatra estadounidense junto con Dalai Lama. Me ha gustado mucho porque no sólo habla de la felicidad sino de «ética en general», y compara la visión occidental de Howard C.Cutler (El psiquiatra estadounidense) con la visión budista de Dalai Lama.
El Dalai Lama basa la felicidad en la compasión y el altruismo. El ser humano es avaricioso por naturaleza y aquellos que no saben controlarse son infelices y su vida está llena de sufrimiento. Los que mejor saben controlar ese instinto avaricioso son más felices. Para ello es necesario tener autocontrol.
El Dalai Lama dice que él no tiene enemigos, aunque los Chinos destruyeron su cultura y lo echaron de su tierra natal, no los culpa. Aprender a desarrollar compasión (en vez de odio) hacia aquellas personas, eventos o cosas que te causen molestias es fundamental para ser feliz.
Otro punto fundamental es que no debemos confundir placer con felicidad. Puede que asistir a una fiesta loca, practicar sexo, o comerte un helado enorme de chocolate te den algún tipo de «placer» en ese momento, pero no necesarimente son elementos que te den «felicidad a largo plazo». Tener amigos en los que puedas confiar, un trabajo que te guste, y una família que te quiera son elementos que se podría considerar que incrementan la «felicidad» aun no siendo «placenteros». Por eso, una borrachera, irse de putas o drogarse no sirve para deshacerse de un disgusto. No es que los placeres sean malos, pero hay que saber autocontrolarse y saber cuando ese placer te va a causar más infelicidad que felicidad a largo plazo.
Leyendo este libro conocí mejor a Dalai Lama, me pareció interesante que siendo un líder espiritual no tenga valores absolutos y sea muy abierto a escuchar nuevas ideas y aceptarlas. Otra cosa que me extrañó es que en el libro se habla casi más de ciencia que de religión. Resulta que uno de los libros favoritos de Dalai Lama es Cosmos, de Carl Sagan. Es un gran lector de libros de divulgación, le apasionan los libros sobre mecánica cuántica, la teoría de la relatividad o el orígen del universo. Además, es aficionado a la fotografía y le gusta mucho montar y desmontar relojes. Si no hubiera sido Dalai Lama, quizás habría terminado siendo ingeniero, quien sabe.
Además del libro «The art of happiness» (El arte de la felicidad) os recomiendo el documental 10 Questions for the Dalai Lama (10 preguntas para el Dalai Lama) que habla más en profundidad sobre su vida y el devenir de su pueblo desde que fueron expulsador por el ejército chino.
Os dejo con una historieta que sale en el libro y he traducido libremente:
Una señora llamada Kisogotami lloraba cada día desde que murió su único hijo. ¡No podía aceptar la pérdida! Incapaz de superarlo decidió buscar una medicina que devolviera a la vida a su hijo. Durante su búsqueda se encontró con Buddha y le preguntó: «¿Puedes hacer una medicina que me devuelva a mi hijo?». «Se de una medicina que lo puede conseguir», respondió Buddha, «Pero necesito un ingrediente muy importante para fabricarlas». La mujer, aliviada al escuchar las buenas noticias, preguntó: «Dime que necesitas». «Necesito un puñado de semillas de mostaza, y esas semillas deben venir de una casa donde no haya muerto ningún niño, padre o sirviente», dijo Buddha. Kisogotami comenzó a buscar ese puñazo de semillas de mostaza preguntando en todas las casas de su pueblo. Luego continuó en el pueblo vecino y por todo la provicincia. Hasta que al final se dió cuenta que en todas las famílias alguien había muerto. Al ver que no estaba sola en su sufrimiento, volvió a ver a Buddha que le dijo, «Pensaste que tú eras la única que ha perdido un hijo, en el universo nada permanece, el universo de un continuo fluir».