Hace unos días comentábamos que no fue fácil descifrar los jeroglíficos egipcios. Algunas de las técnicas que se utilizaron para el desciframiento de los jeroglíficos se siguen usando hoy en día como técnicas para desencriptar información cifrada.
Fue decisivo el descubrimiento por parte de las tropas de Napoleón de la Piedra Roseta en 1799. En esta piedra aparecía el mismo fragmento de texto escrito con jeroglíficos, con escritura demótica (una simplificación usada por los egipcios), y en griego.
Podríamos pensar que ya tenemos solucionado el problema, pero no se pudo descifrar hasta 20 años después. Algunos de los problemas más evidentes son: ¿cómo puedes saber el sonido de una letra si no existe ningún hablante de la lengua? ¿cómo sabemos donde termina una palabra si no usan espacios? ¿cómo sabemos dónde está el verbo?. Pueden parecer tonterías, pero cuando tenemos 100 símbolos seguidos sin un sentido aparente estas cuestiones son las primeras que aparecen.
Champollion, un francés experto en lenguas orientales, consiguió una copia de la Piedra Roseta y estuve 10 años trabajando en su desciframiento. Para conseguirlo comenzó suponiendo que los sonidos fonéticos serían los mismos que los de la lengua copta egipcia. Escogió una serie de nombres de faraones (Cleopatra, Ptolomeo, Ramsés), palabras que seguramente no habían cambiado su pronunciación a lo largo de los años y se puso manos a la obra.
Resulta que los nombres de faraones se rodean con especie de «óvalo» conocido como cartucho. En la piedra roseta aparecía uno de estos cartuchos y Champollion supuso que se correspondía con el nombre de Ptolomeo que aparecía en la parte traducida al egipcio. Champollion consiguió también el cartucho del nombre de Cleopatra a partir de unas inscripciones del templo de Philae (Un templo precioso por cierto), y comenzó a encontrar coincidencias:
Fijaros en que hay ciertas letras que se repiten en ambos nombres, y la representación con jeroglíficos coincide. A partir de ese momento ya se había superado el paso más difícil. Champollion se dedicó a recopilar muchos cartuchos e ir descifrandolos hasta tener todos los sonidos jeroglíficos para luego comenzar a traducir cada palabra, que no fue difícil por que la escritura jeroglífica es una representación antigua del copto (lengua que Champollion conocía a la perfección).
La técnica de buscar un «punto de anclaje» (Champollion utilizó los nombres de los faraones) a partir del cual podemos comenzar a descifrar el resto del mensaje es muy común y se ha utilizado en muchas ocasiones durante la historia. Por ejemplo, durante la 2ª Guerra mundial, los aliados capturaban los mensajes alemanes cifrados con la máquina Enigma que cambiaban la clave todos los días. Los aliados sabían que a primera hora de la mañana los alemanes enviaban un informe meteorológico cifrado, por lo que buscaban «puntos de anclaje» en este mensaje utilizando palabras relacionadas con la meteorología: Sol, nubes, lluvia, temperatura etc… Para ello utilizaban la máquina Colosuss, una vez descifrada la clave del día las comunicaciones alemanas eran transparentes para los aliados.
Para terminar un pequeño ejercicio (muy simplificado) para que quede todo más claro y veáis la importancia de encontrar un «punto de anclaje». Por ejemplo, si tenemos el siguiente texto cifrado:
wo gnghcovg goqtñg
Os resultará complicadillo descifrarlo. Pero si os digo que aparece la palabra «elefante» el problema se simplifica mucho. A ver quien descifra antes el mensaje 😉